viernes, 13 de enero de 2012


ARTICULO.
INTERACCION UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD

Por Lic. Julio César Concepción, MBA.  (1 de 2)

La convulsionada sociedad dominicana ha estado clamando por mejoras profundas del sistema educativo, así como incrementar los estándares de calidad a su más alto nivel de los profesionales egresados de nuestras universidades. “Universidad Empresa”, muchas de las universidades del país son más que eso, es decir son consorcios empresariales capaces de generar y  aportar  soluciones en diferentes direcciones de la problemática nacional que actualmente padece la sociedad dominicana.

A lo que las universidades como órganos rectores de la formación de las generaciones de relevo, en manos de quienes se estima estará el país en el  futuro, deberán seguir mejorando y readecuando el plan estratégico al que han dado inicio, con miras a resolver las dificultades existentes y las posibles  por venir conforme las necesidades de la humanidad.

El desarrollo de la tecno ciencia contemporánea, plantea a la humanidad innumerables desafíos. Por su parte, los estudios de contexto, en la investigación social sobre ciencia y tecnología, exigen abordar hasta el fondo las relaciones Universidad – Sociedad, partiendo de un enfoque claramente diferenciado, principalmente cuando se trata de un país con graves conflictos sociales como en el caso de República Dominicana.

El entrante milenio, y sus objetivos plantea a las universidades latinoamericanas la necesidad, de enfrentar con originalidad y autonomía nuevos retos. No obstante, en la medida en que se aceleran las demandas nacionales en materia de conocimientos, se hace más notoria la presencia, en las estrategias de desarrollo. Por su parte, los cambios mundiales demuestran que la tecno ciencia, se consolida cada vez más como variable estratégica para el futuro, exigiendo el protagonismo del conocimiento como acelerador de profundos cambios, en las modalidades y exigencias de la competitividad mundial. En este contexto, el caso Rep. Dominicana  no puede ser la excepción.

La situación de como organismos tanto nacionales como internacionales han calificado  nuestro sistema educativo en sentido general, diferente, complejo y contradictorio necesariamente, obliga a realizar el estudio de las interacciones universidad – sociedad, desde una óptica específica y debidamente contextualizada. En tal sentido, el análisis diferenciado, adquiere especial relevancia, en un momento en que en la mayoría del territorio nacional, se libra una lucha tan difícil, como el crecimiento de la delincuencia y el crecimiento de la introducción  de las sustancias prohibidas al territorio nacional.

Se trata  de comprender, como de asimilar. Situación que se ha venido agravando en las últimas décadas, bajo la presión de modelos de desarrollo que han venido profundizando los trastornos internos, manifestados a través de la irracionalidad, que si el control a esta realidad no es el adecuado terminará ejerciendo un  impacto desestabilizador.

Por esta razón el estudio social del desarrollo tecno científico endógeno, así como la apropiación de lo mejor del conocimiento universal, desempeña un papel importante en el proceso de pacificación nacional. Porque a través del fortalecimiento de una práctica social, económica, cultural, ambiental científica y tecnológica, acompañada de una ética sin exclusión, podremos revertir los efectos de la crisis que rompe los lazos internos de nuestra nacionalidad.

En los momentos actuales cuando los planes de desarrollo en materia de educación, ciencia, tecnología de otros países latinoamericanos, dedican grandes esfuerzos a superar los retos de la competitividad mundial, seguimos luchando por la armonía social en medio de la influencia negativa de múltiples flagelos que gravitan en el ambiente de la sociedad dominicana. Esto significa, convivir y diseñar los escenarios para mayor aprovechamiento de los conocimientos científicos y tecnológicos.

En tales condiciones, los estudios sociales, deben ocupar un lugar privilegiado en la formación humana integral a todo nivel, porque analizan el desarrollo tecnológico, desde un enfoque de innovación social, como estrategia prospectiva de una verdadera integración social, un aporte fundamental en la configuración de la dimensión social de la educación superior y sus afines.

No obstante la adversidad que enfrentamos, estamos convencidos de la importancia social que la ciencia y la tecnología tienen en el proceso de reconstrucción nacional, a través de una amplia participación de las universidades dominicanas, como parte sustancial de nuestro compromiso ético y moral, con las futuras generaciones, las instituciones de educación superior, se tienen que transformar en campos de paz, conocimiento y desarrollo, fortaleciendo el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, Sistema Social/Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Declaración de Santo Domingo).

En medio de una realidad que conmueve a la opinión pública mundial, es importante modificar el lenguaje de la generación sustentada en conocimientos de amplio beneficio social. En tal sentido, los enfoques, pueden y deben inducir un cambio en la conciencia social, favorable a la tecno ciencia, así como en las apreciaciones relativas a la participación pública con carácter reformador, en un proceso democratizador del conocimiento.

Para abordar acertadamente la problemática dominicana  las universidades deben comprometerse con los estudios tanto de macro como de micro contexto. Entendiendo por éste último, las realidades territoriales, regionales, locales, como espacios interdependientes, cuyo papel es claramente diferenciado dentro del macro contexto nacional. Al respecto, conviene resaltar que nuestras regiones aún no logran consolidarse, como protagonistas en la producción social de conocimientos, posiblemente porque el discurso  regionalizado no ha sido debidamente apropiado por sus actores sociales.

En consecuencia la educación dominicana, enfrenta además de los retos impuestos por el fenómeno globalizador, los de la marginalidad y los conflictos internos. En nuestro contexto, el saber hacer, se traduce en saber construir espacios y realidades que dignifiquen al hombre, dentro de un enfoque pacificador. Se trata de hacer ciencia con conciencia y responsabilidad social. Para ello la formación superior, debe entrar sin permiso a la sociedad, aplicando en la misma, el conocimiento, generando innovaciones tecnológicas endógenas, despertando la creatividad y el emprendurismo en la búsqueda de alternativas, a las intersecciones del subdesarrollo y de la desestabilidad social.

El conocimiento aplicado directamente a la solución de los problemas 
urgentes, contribuye a sofocar la caldera de las presiones sociales. Para lo cual las universidades se deben comprometer con la sociedad, como parte fundamental de su quehacer en materia de docencia, investigación y extensión, dentro de un profundo sentido humanista en su formación integral. Proceso que exige, un permanente ejercicio interdisciplinario, en donde el diálogo de docentes, desplace a la autarquía típica de las islas de conocimiento.

Quedaron atrás los tiempos, en que las universidades esperaban  pasivamente, que la sociedad la abordara, en demanda de sus servicios. Ahora es ella quien debe asumir los retos que plantea la competitividad, en el sentido de adoptar posiciones más agresivas, frente a las demandas externas no sólo de carácter productivo sino en materia de innovación social, alianza y desarrollo.

Las universidades deben fomentar la creatividad en condiciones de dificultad, ampliando las capacidades locales y por ende las nacionales en la producción de conocimientos. Para ello debe estar de cara al país real, no al país estigmatizado como un país donde crece el tráfico de tóxicos y la violencia. Porque nuestra violencia, tiene sus raíces en los profundos desequilibrios sociales, propios de un sistema excluyente amparado por las inequidades implícitas en el dilema globalizador. La lectura acertada de esta realidad, exige entre otras cosas elevar la autoestima nacional, fomentando una nueva cultura basada en los valores, de respeto y estímulo a sus comunidades científicas.

En tales condiciones, la investigación en nuestra Rep. Dominicana tiene numerosos problemas por solucionar, basta mirar el entorno y los encontramos en la producción, en la sociedad y aún en la misma estructura mental de nuestros dirigentes, empeñados más en complacer intereses ajenos, que a las más sentidas y urgentes transformaciones internas.

Por esta razón, la universidad debe ser participativa, creativa, crítica, constructiva, comprometida, beligerante y profundamente humanizante. Enfocando sus actividades hacia las necesidades más urgentes de su entorno, solucionando problemas, buscando alternativas conducentes a implementar un paradigma de desarrollo basado en la equidad, la convivencia, la tolerancia y el derecho a la diferencia.