ARTICULO.
INTERACCION
UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD
Por Lic.
Julio César Concepción, MBA. (1 de 2)
La
convulsionada sociedad dominicana ha estado clamando por mejoras profundas del
sistema educativo, así como incrementar los estándares de calidad a su más alto
nivel de los profesionales egresados de nuestras universidades. “Universidad
Empresa”, muchas de las universidades del país son más que eso, es decir son
consorcios empresariales capaces de generar y
aportar soluciones en diferentes
direcciones de la problemática nacional que actualmente padece la sociedad
dominicana.
A
lo que las universidades como órganos rectores de la formación de las
generaciones de relevo, en manos de quienes se estima estará el país en el futuro, deberán seguir mejorando y
readecuando el plan estratégico al que han dado inicio, con miras a resolver
las dificultades existentes y las posibles
por venir conforme las necesidades de la humanidad.
El
desarrollo de la tecno ciencia contemporánea, plantea a la humanidad
innumerables desafíos. Por su parte, los estudios de contexto, en la
investigación social sobre ciencia y tecnología, exigen abordar hasta el fondo
las relaciones Universidad – Sociedad, partiendo de un enfoque claramente
diferenciado, principalmente cuando se trata de un país con graves conflictos
sociales como en el caso de República Dominicana.
El
entrante milenio, y sus objetivos plantea a las universidades latinoamericanas
la necesidad, de enfrentar con originalidad y autonomía nuevos retos. No
obstante, en la medida en que se aceleran las demandas nacionales en materia de
conocimientos, se hace más notoria la presencia, en las estrategias de
desarrollo. Por su parte, los cambios mundiales demuestran que la tecno
ciencia, se consolida cada vez más como variable estratégica para el futuro,
exigiendo el protagonismo del conocimiento como acelerador de profundos
cambios, en las modalidades y exigencias de la competitividad mundial. En este
contexto, el caso Rep. Dominicana no
puede ser la excepción.
La
situación de como organismos tanto nacionales como internacionales han
calificado nuestro sistema educativo en
sentido general, diferente, complejo y contradictorio necesariamente, obliga a
realizar el estudio de las interacciones universidad – sociedad, desde una
óptica específica y debidamente contextualizada. En tal sentido, el análisis
diferenciado, adquiere especial relevancia, en un momento en que en la mayoría
del territorio nacional, se libra una lucha tan difícil, como el crecimiento de
la delincuencia y el crecimiento de la introducción de las sustancias prohibidas al territorio
nacional.
Se
trata de comprender, como de asimilar. Situación
que se ha venido agravando en las últimas décadas, bajo la presión de modelos
de desarrollo que han venido profundizando los trastornos internos,
manifestados a través de la irracionalidad, que si el control a esta realidad
no es el adecuado terminará ejerciendo un
impacto desestabilizador.
Por
esta razón el estudio social del desarrollo tecno científico endógeno, así como
la apropiación de lo mejor del conocimiento universal, desempeña un papel
importante en el proceso de pacificación nacional. Porque a través del
fortalecimiento de una práctica social, económica, cultural, ambiental
científica y tecnológica, acompañada de una ética sin exclusión, podremos
revertir los efectos de la crisis que rompe los lazos internos de nuestra
nacionalidad.
En
los momentos actuales cuando los planes de desarrollo en materia de educación,
ciencia, tecnología de otros países latinoamericanos, dedican grandes esfuerzos
a superar los retos de la competitividad mundial, seguimos luchando por la
armonía social en medio de la influencia negativa de múltiples flagelos que
gravitan en el ambiente de la sociedad dominicana. Esto significa, convivir y
diseñar los escenarios para mayor aprovechamiento de los conocimientos
científicos y tecnológicos.
En
tales condiciones, los estudios sociales, deben ocupar un lugar privilegiado en
la formación humana integral a todo nivel, porque analizan el desarrollo
tecnológico, desde un enfoque de innovación social, como estrategia prospectiva
de una verdadera integración social, un aporte fundamental en la configuración
de la dimensión social de la educación superior y sus afines.
No
obstante la adversidad que enfrentamos, estamos convencidos de la importancia
social que la ciencia y la tecnología tienen en el proceso de reconstrucción
nacional, a través de una amplia participación de las universidades
dominicanas, como parte sustancial de nuestro compromiso ético y moral, con las
futuras generaciones, las instituciones de educación superior, se tienen que
transformar en campos de paz, conocimiento y desarrollo, fortaleciendo el
Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, Sistema Social/Nacional de Ciencia,
Tecnología e Innovación (Declaración de Santo Domingo).
En
medio de una realidad que conmueve a la opinión pública mundial, es importante modificar
el lenguaje de la generación sustentada en conocimientos de amplio beneficio
social. En tal sentido, los enfoques, pueden y deben inducir un cambio en la
conciencia social, favorable a la tecno ciencia, así como en las apreciaciones
relativas a la participación pública con carácter reformador, en un proceso
democratizador del conocimiento.
Para
abordar acertadamente la problemática dominicana las universidades deben comprometerse con los
estudios tanto de macro como de micro contexto. Entendiendo por éste último,
las realidades territoriales, regionales, locales, como espacios
interdependientes, cuyo papel es claramente diferenciado dentro del macro
contexto nacional. Al respecto, conviene resaltar que nuestras regiones aún no
logran consolidarse, como protagonistas en la producción social de
conocimientos, posiblemente porque el discurso
regionalizado no ha sido debidamente apropiado por sus actores sociales.
En
consecuencia la educación dominicana, enfrenta además de los retos impuestos
por el fenómeno globalizador, los de la marginalidad y los conflictos internos.
En nuestro contexto, el saber hacer, se traduce en saber construir espacios y
realidades que dignifiquen al hombre, dentro de un enfoque pacificador. Se
trata de hacer ciencia con conciencia y responsabilidad social. Para ello la
formación superior, debe entrar sin permiso a la sociedad, aplicando en la
misma, el conocimiento, generando innovaciones tecnológicas endógenas,
despertando la creatividad y el emprendurismo en la búsqueda de alternativas, a
las intersecciones del subdesarrollo y de la desestabilidad social.
El
conocimiento aplicado directamente a la solución de los problemas
urgentes,
contribuye a sofocar la caldera de las presiones sociales. Para lo cual las
universidades se deben comprometer con la sociedad, como parte fundamental de
su quehacer en materia de docencia, investigación y extensión, dentro de un
profundo sentido humanista en su formación integral. Proceso que exige, un
permanente ejercicio interdisciplinario, en donde el diálogo de docentes,
desplace a la autarquía típica de las islas de conocimiento.
Quedaron
atrás los tiempos, en que las universidades esperaban pasivamente, que la sociedad la abordara, en
demanda de sus servicios. Ahora es ella quien debe asumir los retos que plantea
la competitividad, en el sentido de adoptar posiciones más agresivas, frente a
las demandas externas no sólo de carácter productivo sino en materia de
innovación social, alianza y desarrollo.
Las
universidades deben fomentar la creatividad en condiciones de dificultad,
ampliando las capacidades locales y por ende las nacionales en la producción de
conocimientos. Para ello debe estar de cara al país real, no al país
estigmatizado como un país donde crece el tráfico de tóxicos y la violencia.
Porque nuestra violencia, tiene sus raíces en los profundos desequilibrios
sociales, propios de un sistema excluyente amparado por las inequidades
implícitas en el dilema globalizador. La lectura acertada de esta realidad,
exige entre otras cosas elevar la autoestima nacional, fomentando una nueva
cultura basada en los valores, de respeto y estímulo a sus comunidades
científicas.
En
tales condiciones, la investigación en nuestra Rep. Dominicana tiene numerosos
problemas por solucionar, basta mirar el entorno y los encontramos en la
producción, en la sociedad y aún en la misma estructura mental de nuestros
dirigentes, empeñados más en complacer intereses ajenos, que a las más sentidas
y urgentes transformaciones internas.
Por
esta razón, la universidad debe ser participativa, creativa, crítica,
constructiva, comprometida, beligerante y profundamente humanizante. Enfocando
sus actividades hacia las necesidades más urgentes de su entorno, solucionando
problemas, buscando alternativas conducentes a implementar un paradigma de
desarrollo basado en la equidad, la convivencia, la tolerancia y el derecho a
la diferencia.